domingo, 30 de diciembre de 2012

UNA FAMILIA DIFERENTE

José Antonio Pagola, en Red evangelizadora BUENAS NOTICIAS

Entre los católicos se defiende casi instintivamente el valor de la familia, pero no siempre nos detenemos a reflexionar el contenido concreto de un proyecto familiar, entendido y vivido desde el Evangelio. ¿Cómo sería una familia inspirada en Jesús?

La familia, según él, tiene su origen en el misterio del Creador que atrae a la mujer y al varón a ser "una sola carne", compartiendo su vida en una entrega mutua, animada por un amor libre y gratuito. Esto es lo primero y decisivo. Esta experiencia amorosa de los padres puede engendrar una familia sana.

Siguiendo la llamada profunda de su amor, los padres se convierten en fuente de vida nueva. Es su tarea más apasionante. La que puede dar una hondura y un horizonte nuevo a su amor. La que puede consolidar para siempre su obra creadora en el mundo.

Los hijos son un regalo y una responsabilidad. Un reto difícil y una satisfacción incomparable. La actuación de Jesús, defendiendo siempre a los pequeños y abrazando y bendiciendo a los niños, sugiere la actitud básica: cuidar la vida frágil de quienes comienzan su andadura por este mundo. Nadie les podrá ofrecer nada mejor.

Una familia cristiana trata de vivir una experiencia original en medio de la sociedad actual, indiferente y agnóstica: construir su hogar desde Jesús. "Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". Es Jesús quien alienta, sostiene y orienta la vida sana de la familia.

El hogar se convierte entonces en un espacio privilegiado para vivir las experiencias más básicas de la fe cristiana: la confianza en un Dios Bueno, amigo del ser humano; la atracción por el estilo de vida de Jesús; el descubrimiento del proyecto de Dios, de construir un mundo más digno, justo y amable para todos. La lectura del Evangelio en familia es, para todo esto, una experiencia decisiva.

En un hogar donde se le vive a Jesús con fe sencilla, pero con pasión grande, crece una familia siempre acogedora, sensible al sufrimiento de los más necesitados, donde se aprende a compartir y a comprometerse por un mundo más humano. Una familia que no se encierra solo en sus intereses sino que vive abierta a la familia humana.

Muchos padres viven hoy desbordados por diferentes problemas, y demasiado solos para enfrentarse a su tarea. ¿No podrían recibir una ayuda más concreta y eficaz desde las comunidades cristianas? A muchos padres creyentes les haría mucho bien encontrarse, compartir sus inquietudes y apoyarse mutuamente. No es evangélico exigirles tareas heroicas y desentendernos luego de sus luchas y desvelos.






viernes, 28 de diciembre de 2012

UNA NAVIDAD CONTEXTUALIZADA

Luis García Huidobro
Jesuita chileno. Voluntario Servicio Jesuita a Migrantes Centroamericanos, México. 
Hay historias bíblicas que estamos tan acostumbrados a escuchar, que corremos el riesgo de descontextualizarlas y vaciarlas de significado, y así podemos también celebrar las fiestas religiosas al margen del contexto actual en el que la historia narrada vuelve a cobrar sentido.Tal es el caso de los relatos sobre la Navidad. Y es que nada más ajeno a una “noche de paz”. Vamos al texto.Se trata de una pareja que está en situación de embarazo ilegal (y por tanto la ley ordenaba que la mujer muriera apedreada). Su pueblo está ocupado militar y colonialmente, y José debe tomar a María para unirse a las caravanas de desplazados internos por la ley de censo, impuesta por el opresor.
Tal es el caso de los relatos sobre la Navidad. Y es que nada más ajeno a una “noche de paz”. Vamos al texto. Se trata de una pareja que está en situación de embarazo ilegal (y por tanto la ley ordenaba que la mujer muriera apedreada). 

Su pueblo está ocupado militar y colonialmente, y José debe tomar a María para unirse a las caravanas de desplazados internos por la ley de censo, impuesta por el opresor.Así, en condición de allegados les nace un hijo varón. Pero lo que debiera ser una “buena noticia” es para José y María una amenaza, y a los pocos días deben salir huyendo como refugiados por la violencia, logrando escapar de una feroz matanza de niños inocentes.Esa es la historia. No hay santa claus ni regalos. No hay plaza comercial.

Propongo ahora un contexto actual en el que la historia vuelve a cobrar sentido:Este 18 de diciembre se conmemoró el Día Universal de las Migraciones, lo que incluye la situación de desplazados, migrantes y refugiados. 

Este año, 26 millones de latinoamericanos y caribeños pasarán la Navidad fuera de sus países. La Red Jesuita con Migrantes ha denunciado en estos días que gran parte de ellos —como José y María hace dos milenios— enfrentan situaciones de vulnerabilidad, desprotección y violaciones de sus derechos humanos, entre ellas la estigmatización mediática, la criminalización de su situación irregular por parte de los Estados, la explotación laboral, y la explotación sexual de mujeres y niños. 

Las causas de esto en América Latina son la pobreza, la violencia, las catástrofes naturales y el modelo de desarrollo centrado en la extracción abusiva de recursos naturales; especialmente en territorios indígenas.

La pregunta que nos surge es ¿puede un cristiano en América Latina hacer caso omiso a la verdadera historia de la “sagrada familia” y al desgarrador contexto actual en el que nuestro continente celebra la Navidad?En 1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos —prescindiendo de fundamentos religiosos— proclamó que todos somos “miembros de la familia humana”. Navidad —el día en que millones de personas creen que Dios se hizo ser humano— es una buena ocasión para hacer realidad los derechos humanos



miércoles, 26 de diciembre de 2012

HACER SUFRIR

José M. Castillo 

Es evidente que en España, ahora mismo, hay demasiada gente que está sufriendo más, bastante más, de lo que humanamente se puede soportar. Es imposible hacer la lista de gentes que sufren. Y más complicado aún, exponer los motivos por los que sufren. Pero el hecho es que llevamos un año espantoso. Y se nos avecina otro que seguramente será todavía peor. Las personas que se suicidan, las familias destrozadas, los jóvenes que se tienen que ir huyendo de su patria y de su casa, las protestas callejeras que a gritos piden que esto se acabe ya, todo eso, y tantos dramas secretos, que ni podemos imaginar, tanto atropello y tanto destrozo, no está ocurriendo porque así lo hayan decidido los banqueros más poderosos del mundo, ni porque así lo ha dispuesto Bruselas o la señora Merkel. Estamos sufriendo más de lo que podemos soportar porque así lo ha decidido el Gobierno que manda en España. ¿Que la economía mundial está en crisis? Por supuesto. Pero, para gestionar una situación de crisis, se pueden tomar muchas clases de medidas. Lo que, desde luego, y en cualquier caso, no se puede hacer - si es que nos queda algo de humanidad en nuestras entrañas - es decretar las medidas más duras precisamente contra os más débiles, al tiempo que se organizan las cosas de manera que son los ricos y los poderosos los que, en esta situación, están ganando más dinero; y son ellos los que disfrutan de los más abundantes privilegios. Gobernar así, pudiendo hacerlo de otra manera, eso es maldad. Yo no enjuicio las conciencias de los gobernantes. Yo enjuicio los hechos que estamos viendo. Y los hechos, ahí están. Cada día, más gente pidiendo limosna y viviendo del plato de comida que les dan. Y cada día también, más gastos suntuosos y en cosas de lujo, de mucho lujo.

¿Esto tiene alguna explicación? ¿Cómo se entiende que quienes se nos presentaron como salvadores de la patria y promotores de los más rectos valores y de la más ortodoxa religión, ahora nos estén gobernando en solitario y por decreto ley, recortando derechos, sueldos, puestos de trabajo, maltratando la educación, la sanidad, humillando a tantas familias, crispando a la sociedad cada día más, haciendo más difícil el recurso a la justicia..... ¿Qué demonio está pasando aquí? ¿Estamos locos los que nos quejamos? ¿O se han vuelto locos los que nos gobiernan? Insisto, ¿no se podrían haber repartido las cargas y los recortes de otra manera?

Si nos dejamos de dar rodeos y vamos derechamente al fondo del asunto, yo aquí no puedo evitar acordarme de un texto estremecedor que escribió F. Nietzsche, en su “Genealogía de la Moral” (II, 6): “Ver-sufrir produce bienestar; hacer-sufrir, más bienestar todavía - ésta es una tesis dura, pero es un axioma antiguo, poderoso, humano- demasiado humano... Sin crueldad no hay fiesta: así lo enseña la más antigua, la más larga historia del hombre”. ¿Por que disfruta tanto la gente viendo sufrir a un animal (en las fiestas de toros), viendo humillado al adversario (en el futbol), viendo que lo pasa mal el vecino que nos resulta insoportable, viendo que fracasa el que no piensa como yo....? El mito de Caín y Abel es el paradigma, no sólo de la crueldad, sino de algo peor: el resentimiento. España es un país “cainita”. Un país en el que los resentimientos son más profundos de lo que imaginamos. Y no olvidemos que el resentimiento está tan metido en nuestras venas, que hasta Santo Tomás de Aquino llegó a formular la más sobrecogedora tesis que se puede pronunciar sobre este asunto: “Los bienaventurados verán en el reino celestial las penas de los condenados para que su bienaventuranza les satisfaga más” (Sum.Theol., Supl., q. 94, a. 1).

Jesús de Nazaret puso en marcha el cristianismo para humanizar esta brutal des-humanización. Pero, ¡Estamos tan lejos todavía! ¿Y quieren la clase de religión para fines políticos?



domingo, 23 de diciembre de 2012

LA INFANCIA DE JESÚS, ¿MITO O HISTORIA?

Juan José Tamayo, en El País

En su autobiografía Mi vida (Recuerdos 1927-1977) (Ediciones Encuentro Madrid, 2005), Joseph Ratzinger (Benedicto XVI) reconoce que el nombramiento de como arzobispo de Munich y Frisinga, le impidió llevar a cabo el trabajo teológico que estaba desarrollando. “Gusté –afirma- la alegría de poder decir algo mío nuevo y, al mismo tiempo, plenamente inscrito en la fe de la Iglesia, pero evidentemente no estaba llamado a terminar esta obra. En efecto, apenas estaba empezándola, fui llamado a otra misión”. Esto sucedía en 1977. Cuatro años después Juan Pablo II le citaba en Roma para encomendarle la presidencia de la Congregación para la Doctrina de la Fe, donde permaneció casi un cuarto de siglo velando por la ortodoxia y vigilando el trabajo teológico de no pocos colegas. En 2005 asumió el pontificado con un memorable discurso sobre la dictadura del relativismo, que constituye el guión ideológico de su pontificado.


Durante los últimos cinco años ha escrito una trilogía sobre Jesucristo: Jesús de Nazaret.1. Desde el Bautismo a la Transfiguración (2007), Jesús de Nazaret. 2. Desde la Entrada en Jerusalén hasta la Resurrección (2011) y La infancia de Jesús (2012, los tres firmados con el doble nombre de “Joseph Ratzinger-BENEDICTO XVI”, cuyos contenidos y orientación confirman su desconfianza hacia los métodos histórico-críticos, aplicados a los textos del Nuevo Testamento, y su falta de consideración, cuando no el rechazo explícito, hacia las más recientes y significativas investigaciones en torno a los evangelios, que cuentan con un elevado grado de consenso. Esto se aprecia de manera especial en su reciente obra La infancia de Jesús al menos en tres temas de fondo: la historicidad o no de las fuentes, la concepción virginal y el nacimiento en Belén.

Las fuentes evangélicas que narran el nacimiento de Jesús, ¿son mito o historia?Benedicto XVI afirma: “Los dos capítulos del relato de la infancia de Mateo no son una meditación expresada en forma de historia, sino al contrario: Mateo nos relata la historia verdadera (subrayado mío), que ha sido meditada e interpretada teológicamente”. Creo que el papa, al hacer esta aseveración, no tiene suficientemente en cuenta la peculiaridad del género literario de los evangelios de la infancia, que no está lejos de los relatos sobre el nacimiento, infancia y primera juventud de buena parte de las figuras históricas relevantes del mundo mediterráneo antiguo o de muchos de los héroes y figuras importantes del Antiguo Testamento. Comparto la cautela que John P. Meier pide ante este tipo y que “más recomendable en el caso de los relatos de la infancia de los Evangelios canónicos”.

Tras definir a María como “la humilde virgen de Nazaret”, afirma Benedicto XVI: “María es un nuevo comienzo. Su hijo no proviene de ningún hombre, sino que es una nueva creación, fue concebido por obra del Espíritu Santo… Sólo Dios es su ‘Padre’ en sentido propio”. Más adelante, se pregunta: “¿Es cierto lo que decimos en el Credo: ‘Creo en Jesucristo…, que fue concebido por una y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen’”, para afirmar que “la respuesta es un ‘sí’ sin reservas” y que la concepción y el nacimiento de Jesús de la Virgen María son elementos fundamentales de la fe cristiana.

Tales afirmaciones no son compartidas por un importante sector de exegetas del Nuevo Testamento para quienes el interés primario de Mateo y Lucas en este tema es teológico y no se corresponde con nuestros planteamientos modernos sobre la historicidad. Además, fuera de los relatos de la infancia de Mateo y Lucas no hay referencias explícitas –ni implícitas, según Fitzmyer- a la concepción virginal en el resto del Nuevo Testamento. ¿De qué depende, entonces, la aceptación o el rechazo de la concepción virginal? De las ideas filosóficas y teológicas de que se parta, así como del peso que se conceda a la enseñanza de la Iglesia.

Otro ejemplo del distanciamiento de las investigaciones es el nacimiento de Jesús en Belén. Dice Benedicto XVI: “Si nos atenemos a las fuentes y no nos dejamos llevar por conjeturas personales, queda claro (subrayado mío) que Jesús nació en Belén y creció en Nazaret”. De nuevo estamos ante una afirmación que los estudios histórico-críticos ponen en duda o desmienten. La idea predominante en los Evangelios y en Hechos de los Apóstoles es que Jesús era de Nazaret, y solo de Nazaret. Los especialistas se inclinan a interpretar el nacimiento de Jesús en Belén no como un acontecimiento histórico, sino como una afirmación teológica, cuya pretensión es mostrar la mesianidad de Jesús y su origen davídico.

El libro de Benedicto XVI es una meditación espiritual con una conclusión dogmática sobre la concepción virginal, que, bien seguro, alimentará la piedad popular, pero dudo que suponga avance alguno en la investigación sobre los orígenes de Jesús de Nazaret y el movimiento que puso en marcha y que desembocó en el cristianismo.

La infancia de Jesús. Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. Traducción de J. Fernando del Río. Planeta. Barcelona, 2012, 138 páginas. 17 euros.

Imagen: Madonna del parto, de Piero della Francesca. Museo delle Bilance di Monterchi.

JUAN JOSÉ TAMAYO es director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid. Su última obra es Invitación a la utopía. Ensayo histórico para tiempos de crisis (Trotta, 2012).



sábado, 22 de diciembre de 2012

NAVIDAD Y LA MULA Y EL BUEY

Redes Cristianas 

El libro de Benedicto XVI acerca de la infancia de Jesús ha suscitado la reflexión acerca de la historicidad de aquello que según la tradición ocurrió realmente en Nazaret, en Belén con los ángeles y pastores o en la huida a Egipto. Dios se revela dentro de la historia y la fe del creyente se sitúa también dentro de la historia, por consiguiente es lógico que nos preguntemos ¿qué ocurrió realmente en Navidad?

Hace ya muchos años que sabemos que los evangelios, especialmente los de la infancia, no son un libro de historia. Son elaboración teológica y mensaje. Detrás del lirismo de aquellas escenas hay una teología pensada hasta en sus más delicados detalles. Literariamente son textos sobrios, de una sobrecogedora belleza y poesía, de una aparente simplicidad pero también de una extraordinaria profundidad. Fueron los últimos textos que Mateo y Lucas escribieron y los pusieron al comienzo de sus evangelios como un mensaje claro de alegría y esperanza: quisieron anunciar a las primeras comunidades quién es y qué significa Jesús de Nazaret. A la comunidad judía se le dice que Jesús es el mesías esperado y que desde Abraham toda la historia de salvación estuvo encaminada hacia él. Y a la humanidad en general se nos dice que no estamos solos, Él, el Emmanuel, está en medio de nosotros, “nos ha nacido un salvador”.

Lo importante no es la historia sino el mensaje de fe. Son pocos los hechos históricos contenidos en estos relatos que la exégesis da por verdaderos: los esponsales de María y José, la descendencia davídica de Jesús, el nombre de Jesús, el nacimiento de Jesús de María, la pobreza como ambiente, Nazaret como lugar de residencia. Y sobre ellos Mateo y Lucas construyen el relato teológico con el ropaje del género literario del “midrash”, que consiste en tomar un hecho o un dicho de la escritura y elaborarlo, embellecerlo o buscar paralelismos con otros personajes al objeto de subrayar y proclamar de forma inequívoca una verdad de fe.

Aquel mensaje de fe, y de alegría y esperanza, ha trascendido los límites de la primera comunidad. Las escenas familiares de Navidad, más que crónica histórica, pretenden ser proclamaciones de fe acerca de Jesús Salvador nacido pobre y débil como todo niño. A través del lenguaje del mito, del símbolo y de la poesía el ser humano se sumerge en la humilde vida que nace para toda la humanidad como esperanza de liberación. Así lo entendió San Francisco de Asís cuando allá en la Porciúncula inventó el primer Belén de la historia.

Por eso sorprende que en su libro Benedicto XVI utilice una exégesis con voluntad de asegurar la historicidad de cada uno de los hechos.

Querer salvaguardar a toda costa la historicidad de cada una de las escenas de los relatos evangélicos, aparte de perderse en la complejidad o imposibilidad de la demostración de las mismas, sobre todo es situarse fuera de la atmósfera creada por Mateo y Lucas: una atmósfera en la que su preocupación no es saber si existió o no la estrella, si se aparecieron o no los ángeles, si hubo o no buey y mula, si los magos vinieron del Oriente o de Tartesos, o si la virginidad de María hay que entenderla en el sentido físico, sino en saber que Dios asume como propia la historia de la humanidad, el significado religioso del Niño. 




jueves, 20 de diciembre de 2012

EXPLOTACIÓN DE LA CARENCIA

Jesús Renau, en Cristianisme i justicia 

La precariedad, la pobreza y la miseria, son en gran parte fruto de la explotación económica y social. Sin embargo, pocas veces hablamos de cómo se explotan las carencias, cuando esta explotación es una de las bases del funcionamiento del sistema liberal-capitalista, en su dimensión más perversa e inhumana.

Hablamos de carencia para referirnos a aquello que nos falta. Evidentemente no es lo mismo que nos falte el alimento necesario para subsistir o que nos falte un determinado coche de lujo. Hay carencias esenciales y primordiales para la dignidad humana, y hay carencias que responden al deseo insaciable de determinados consumismos.Las carencias esenciales muchas veces son explotadas para sacar de ellas un determinado beneficio. Así, quien compra una determinada cantidad de alimentos básicos como puede ser el trigo, es consciente que provocará la subida de los precios. Irá vendiendo lentamente lo que guarda, aumentando unos beneficios totalmente inmorales. La carencia de alimentos se explota en beneficio de quien los ha acaparado. Es sencillamente criminal, ya que el dinero obtenido provoca la muerte o la enfermedad de muchas personas. No las mata directamente, pero de hecho la muerte y el desastre humanitario son consecuencia de esta especulación.

Las carencias por un afán insaciable de bienes no esenciales son generalmente el resultado de una insatisfacción que se cree quedaría calmada con la adquisición del objeto o el bien querido. De hecho hay mucha gente que vive muy bien, gente rica, que nunca tienen bastante. Posiblemente con una parte mínima de lo que tienen o ganan, otros podrían satisfacer sus necesidades vitales. Ellos, no. Les cuesta cubrir sus presupuestos o renunciar a caprichos y lujos que esperan llenen el vacio que les produce su carencia. Y es que uno de los pilares del sistema actual es el crecimiento indefinido, ofreciendo más y más productos que den un mayor bienestar y satisfagan más y más placeres. La publicidad, en buena parte va dirigida a despertar el deseo de aquello que no se posee o que se podría adquirir. Utiliza medios estudiados para que el ciudadano palpe la posibilidad de adquirir un bien, que en la mayoría de los casos no es necesario. Este afán se ha extendido a toda la sociedad, y también a una buena parte de las clases populares.

En resumen, el sistema actual explota la carencia o crea la carencia para ser explotada después. Y no es este un mecanismo inocente. No busca el bien común. La naturaleza se resiente, al ser explotada por encima de su capacidad de regeneración. Muchas personas no viven satisfechas por la falta de lo necesario o por la falta de lo superfluo. ¿Crecimiento obligatorio e indefinido? ¿Hasta dónde? ¿A costa de qué? En un mundo donde la ciencia y la técnica podrían llegar a garantizar lo suficiente y digno para toda la humanidad la perversión de nuestra economía está poniendo en riesgo la tierra y creando insatisfacción permanente en las personas.

La respuesta debería ser: aquello que es esencial que se convierta en universal; austeridad como posibilidad de vida digna y en plenitud; potenciación de los bienes culturales y del saber; ética del bien común; responsabilidad sobre la naturaleza; una política al servicio de la gente; un cambio profundo sobre la manera de experimentar el bien, la felicidad, la armonía y el equilibrio solidarios.



miércoles, 19 de diciembre de 2012

UNA INMENSA SIMPATÍA

Jose Arregi, en 'Atrio' 

“La antigua historia del samaritano ha sido la pauta de la espiritualidad del Concilio. Una simpatía inmensa lo ha penetrado todo“. Así se expresaba Pablo VI en la sesión pública de la clausura del Concilio Vaticano II, el 7 de diciembre de 1965, hace 47 años.

Y presumo que la mención de aquella parábola de Jesús –en la que el sacerdote y el levita del templo pasan de largo ante el herido y un samaritano hereje o pagano, lleno de compasión, cuida de él hasta que se cura– pudo resultar para muchos padres conciliares tan provocadora como para el piadoso escriba que escuchaba a Jesús.

Es como si el papa les dijera: “Hermanos, el mundo moderno es como ese caminante herido, ante el que tanto tiempo hemos pasado de largo, como si estuviera perdido y nos fuera a contaminar. Pues dejémonos contaminar. Es hora de que pasemos del templo y de los dogmas a la misericordia y la compasión de los heridos. Curemos heridas. Pero no solo eso, hermanos. No solo hemos de acercarnos al mundo moderno para curar sus heridas, sino también para aprender de él y tal vez dejarnos curar, pues también nosotros estamos heridos. Somos hermanos heridos de todos los heridos del mundo, del mundo en el que somos, del mundo que somos. Su camino es nuestro camino. Sus fracasos son nuestros fracasos. Sus éxitos, nuestros éxitos. Pero el mundo moderno también es tal vez como ese samaritano que llevamos siglos condenando como impío y enemigo. Esta parábola nos provoca, hermanos. No nos humilla, pero sí nos invita a una gran humildad: he aquí que a ese samaritano heterodoxo o increyente se nos pone como modelo. La espiritualidad del samaritano y una inmensa simpatía: ésta es, hermanos, mi conclusión del Concilio”.

No es que Pablo VI fuera un Hans Küng, el teólogo más joven y crítico del Concilio. Aquel papa no era ni siquiera un Rahner o un Congar, mucho más moderados. Y a veces la duda y el miedo se apoderaban de él y entonces se aferraba a la tradición y apelaba a su autoridad absoluta, pensando que así salvaba a la Iglesia (como muy pronto se vería, por ejemplo, en su lamentable decisión de imponer la Humanae Vitae, la prohibición de todos los medios “artificiales” de anticoncepción, contra el parecer de los teólogos expertos y contra el episcopado de no pocos países).

Pero aquel hombre creía en el Espíritu, alma del ser humano y de todos los seres. Y el Espíritu universal le ensanchaba la mente y el corazón. De modo que prosiguió en su alocución: “Una corriente de afecto y de admiración se ha volcado del Concilio hacia el mundo moderno (…). El Concilio ha enviado al mundo contemporáneo, en lugar de deprimentes diagnósticos, remedios alentadores; en vez de funestos presagios, mensajes de esperanza; sus valores no solo han sido respetados, sino honrados, sostenidos sus incesantes esfuerzos, sus aspiraciones, purificadas y bendecidas”. Y a quienes (el actual papa entre otros), ya antes de la clausura del Concilio, expresaban reticencias sobre su resultado final y lamentaban que se hubiera limitado a proclamar un mero humanismo, Pablo VI les dijo: “Nuestro humanismo se hace cristianismo. Para conocer a Dios es necesario conocer al hombre. Hay que enseñar a amar al hombre para amar a Dios”.

¡Cómo han cambiado, 47 años después, la letra y la música, el mensaje y el tono de las declaraciones de la jerarquía eclesiástica! ¡Ojalá nos hablaran así los obispos! ¡Ojalá hablara así el portavoz de la Conferencia Episcopal Española! ¡Ojalá recuperara la Iglesia esta fe en el mundo moderno, esta fe en los hombres y mujeres de hoy, esta fe en el Espíritu que habita en todas las criaturas, y sufre y goza con ellas, en ellas! ¡Ojalá recuperara la Iglesia la fe en su fe, y se pareciera a Jesús! ¡Ojalá percibiéramos en cada una de sus palabras, y también en su rostro y su tono, una huella amable del Misterio de Dios que no es sino eso: la simpatía universal que todo lo transforma, sana, salva.



martes, 18 de diciembre de 2012

LA LECHUZA EN EL PESEBRE DE UN BELÉN JAPONÉS

Juán Masiá, en RD 

La imaginación del evangelista iba más lejos: no era por falta de sitio en una posada, sino para evocar el simbolismo bíblico del alimento

(Juán Masiá).- Llevamos un mes sonriéndonos ante la operación de marketing montada con el buey y la mula para promover la difusión de escritos sobre belenes. Cobra actualidad de repente la narración del mito de Año Nuevo que conté la pasada Navidad para el público mediterráneo. Puede ser de interés su refundición aquí.

Los recuerdos legendarios de la cultura aborigen de los "ainu" en la isla de Hokkaido, al norte de Japón, conectan admirablemente con la temática cristiana de los evangelios de la infancia de Jesús. Muy oportunos para cuento de Navidad, los mitos de las tribus "ainu" facilitan la inculturación de la homilía.

El folclore de los primitivos habitantes de la isla de Hokkaido rezuma encanto de convivencia con la fauna y flora del norte de Japón. Ciervos y lobos, águilas y lechuzas, cedros, pinos y abetos protagonizan la personificación del politeísmo protector que cobijaba su vida cotidiana.

A diez bajo cero, acumulándose la nieve hasta el dintel, la familia en torno al fuego de hogar narra historias tradicionales que abrigan y enseñan a vivir. Con tamborina de piel de oso, la abuela marca el compás y acompaña el padre con la flauta. Hace de juglar el abuelo, recitando la cantilena de año nuevo coreada por los nietos mientras la madre atiza el fuego. Escuchan embobados el cuento de la lechuza que bajó de los cielos para que en la aldea nevada todo el mundo cante al unísono y viva en paz.

La estrofa suena así: "Siro kanipe, siro kanipe, ranran..." Que se traduce: "Flechas de oro pasan rozando, saetas de plata pasan silbando". La puntería no atina, porque el vuelo raudo de la lechuza esquiva los tiros. Revoloteba el ave divina avizorando desde los cielos los alrededores de la aldea. "¡Cómo cambia la vida!, se admira la lechuza, hoy son ricos los antiguos pobres, los ricos de antaño se han empobrecido".

En la playa juega la turba infantil del barrio de los ricos. Les regalaron por Año Nuevo juguetes caros: arcos y flechas lujosos para su iniciación. ¿Quién será el primero que logre derribar a la lechuza, haciendo méritos para llegar a jefe de clan el día de mañana? Mas el pájaro celestial no cae en sus manos.

Hay un niño del barrio pobre que quiere jugar con ellos y no le dejan. Su arco barato de caña es tosco, la punta de flecha mal sujeta con tiras de trapo, dispara sin llegar lejos. La pandilla se mofa: "Tú no llegarás, nunca llegarás..." La lechuza se percata y se enternecen sus entrañas. Vuela a ras de tierra cerca del niño pobre y se pone a tiro. La lechuza se deja derribar, herida en un ala.

Ahora es el niño quien se enternece, la toma en brazos y la lleva a casa. "Abuelita, hay que curarla". "Pero, hijo mío, si es el ave divina, qué honor tenerla en casa". La familia se inclina reverente ante el pájaro mensajero de los dioses. La colocan entre pajas en el lugar más caliente de la choza, que era el pesebre.

A media noche, mientras la familia duerme, el pájaro se metamorfosea, convertido en artesano transforma la choza pobre en mansión confortable y, además, les multiplica el vino en sus ánforas, mientras les hace ver en sueños la venida de los dioses a morar en la choza rústica. Al despertar ven que el sueño es realidad.

"No nos lo merecemos" dicen. "No es solo para vosotros, dice la lechuza, invitad a toda la aldea y compartid esta bebida". Los vecinos se extrañan. "¿De dónde han sacado tan buen vino los pobres?" Fueron los dioses, que enviaron desde los cielos a su mensajero para enseñar a los humanos a convivir repartiendo y compartiendo.

"Quédate con nosotros en esta aldea", canta a coro la familia. Pero la lechuza tiene que partir de nuevo a los cielos. Les deja un encargo antes de su ascensión: "Cada vez que bebáis este vino acordáos de mi visita y que ya no haya diferencia de ricos y pobres en la aldea".

Así rezaba desde antiguo la leyenda en sus versos finales: pero el abuelo, al concluir el canto, añadía por su cuenta: "Eso era antiguamente, ahora son otros tiempos, hoy la gente se ha olvidado de la lechuza". Y ofrendaba un cuenco de arroz ante el icono de la lechuza entronizado entre las pajas de un pesebre, con que adornaba la sala de estar en Año Nuevo.

También el evangelista Lucas sitúa el nacimiento de Jesús en un pesebre. La vivienda pobre aldeana solía ser de aposento único, a un lado la familia, en el otro los animales domésticos y, en medio, el pesebre, lugar apropiado para dar a luz.

La escenificación de los belenes exageró el presunto rechazo de un posadero para obligar a la joven pareja a refugiarse en un establo. Pero, en realidad, la imaginación del evangelista iba más lejos: no era por falta de sitio en una posada, sino para evocar el simbolismo bíblico del alimento: el lugar de la comida es el apropiado para quien vivirá dándose y se dejará comer para dar vida.

En cuanto al buey y la mula que "conocen a su amo y su pesebre" son un eco alusivo al poeta y profeta Isaías (1,3), como nos han explicado hace ya más de un siglo los exegetas bíblicos cuyos estudios no deja de consultar el teólogo Benedicto.



sábado, 15 de diciembre de 2012

FELIZ NAVIDAD DESDE HONDURAS

Ramiro Pampols nos escribe:

Ya hace más de tres meses que recorro las pequeñas comunidades que pertenecen a nuestra parroquia de Tocoa, en el Departamento de Colón, al norte del país. Son gente muy sencilla y de una fe muy grande. Esto me lleva a celebrar la misa cada día y en una comunidad distinta.
Como ya os dije, Honduras se debate ahora en medio de un clima lleno de violencia, con muchas muertes de jóvenes a manos de las "maras", o bien a causa del tráfico de drogas. La corrupción es enorme y permea todas las instituciones del Gobierno, desde la policia hasta el ejército, la Magistratura y los grandes terratenintes que disponen de guardias armados cuando los campesinos quieren recuperar tierras que pertenecen a la Reforma Agraria.
No es fácil crear esperanza y afán de justicia en un país en el que el miedo está tan presente. Pero hay grupos y organizaciones que se exponen y van logrando pequeños avances.
El Provincial de Centroamérica me invitó ir al 23 aniversario de la muerte de nuestros compañeros de la UCA de El Salvador. Fue todo muy intenso y me vine con una sensación fuerte del valor de aquellas muertes como la de Óscar Romero cuya tumba visité en la catedral.
Delante del pequeño jardín donde los mataron, entiendes que son vidas y muertes llenas de sentido, con una noción clara de cuál era su papel en esta vida y cómo lo asumieron incluso casi sin darse cuenta, pues su muerte fue repentina, aunque tal vez esperada.
Es a nosotros que nos corresponde recibir su mensaje de generosidad y honestidad ante la vida, las injusticias y la causa de los más pobres. Cuando ahora en nuestra parroquia acudo a algunas casas de gente humilde, entiendo más qué es ser verdaderamente pobre. Me deja sin palabra. Pienso que la grandeza de su vida está en que a pesar de todo, siguen confiando en el Señor, no le achacan a él su situación, creen que les acompaña siempre y que les quiere.
Las madres suelen pedir que el sacerdote ofrezca a su hijo recién nacido al Señor, al comienzo de la Eucaristía, durante el ofrecimiento del pan y del vino. Ayer subió una mamá al altar y me pidió ofrecer su hijo recién nacido. Lo hizo con toda naturalidad, junto a mí. Puse mi hombro sobre el suyo, pues no me atreví a coger al niño que es lo que suele hacerse... En aquel momento sentí la necesidad de tener una foto de aquel instante tan sencillo y conmovedor.
Ayer me tocó ir a una comunidad bastante alejada. La camioneta Toyota daba unos saltos considerables al pasar por la infinidad de hoyos, a causa de las lluvias tropicales de esta temporada del año.
Mañana me tocará hacer el mismo trayecto y ya estoy inquieto con solo pensarlo. Pero hay celebración de varias Primeras comuniones y la gente espera que vaya aunque los buses interurbanos no van a funcionar por el estado del firme.
Ahora tenemos ya el alivio de un vigilante nocturno en nuestra casa: llegaron por cuarta vez los ladrones mientras estábamos en El Salvador y abrieron de nuevo la cocina. Ahora con este hombre mayor sentado al lado de mi cuarto por la noche, con su machete junto a él, me siento más tranquilo. Tal vez no deja de ser un privilegio contar con esta seguridad, pero la gente lo entiende, ya que saben que no vamos armados y que estamos siempre solos o fuera de casa.
Hoy nos hemos reunido todos los sacerdotes y religiosas de nuestra diócesis con el Sr. Obispo. Ha sido una jornada fraterna en la que hemos programado el trabajo pastoral para el próximo año. Preciamente el obispo es catalán y yo hablo con él en nuestra lengua materna. Es una pequeña satisfación humana ¿verdad?
Os deseo unas fiestas con mayor sentido navideño que otras muchas veces, a causa de la crisis que se ha cebado en tanta gente. Me imagino que ahora brota más espontáneamente una solidaridad con los vecinos y amigos que necesitan de ella.
Nosotros desde aquí, también las viviremos con la sencillez propia de las gentes que acuden a la parroquia y a las pequeñas capillas de los barrios que atendemos. Bon Nadal!
Un fuerte abrazo, Ramiro


PD. La foto es de nuestro pesebre, con un grupo de mariachis cantando rancheras a los vecinos de Belén.



viernes, 14 de diciembre de 2012

¿PAGA EXTRA?

Koldo Alday, en Eclesalia 

En medio del apuro muy generalizado en que vivimos, en el mantel de la Navidad puede sobrar algún turrón de marca, algún vino añejo. Aún estamos a tiempo de librar algunos animales de una cruel olla. Quizás no pensar tanto en lo que pueda faltar para colmar aún más nuestra mesa, sino en lo que urge en la de al lado. En realidad todo está “al lado” en un mundo que las nuevas tecnologías de la comunicación y el transporte han tornado tan pequeño.

Las fiestas que ya se acercan no necesitan más consumo, seguramente sí más original sentido, más valiente solidaridad, más genuina fraternidad. Más “Navidad extra” que “paga extra”, de una vez por todas la mirada más puesta en los corazones enlazados que en los bolsillos individuales. Es precisamente el consumo lo que puede terminar de ahogar el candor que aún le queda a estos días señalados. Si algún significado cobra aún la memoria de Jesús es para invitarnos a la siempre viva responsabilidad del compartir. ¿O es que todo va a quedar hueco y envuelto en papel de celofán, es que ya no le resta ningún profundo sentido a nuestras celebraciones más generosas y entrañables?

¿Cuando las primeras nieves blanquean las montañas, no tocará sentir más la carencia ajena que lo superfluo, en la mayoría de las ocasiones, adentro de nuestros hogares confortables? ¿Los 207 millones de euros que el Gobierno Vasco entregará en concepto de paga extra a sus 67.000 funcionarios no merecían otro destino más urgido? ¿No sobraba esa polémica paga habiendo tanta gente en situación tan apurada en nuestra geografía y allende ella? ¿No están las políticas sociales, las de ayuda al desarrollo más necesitadas de esos fondos?

Es en los momentos de crisis, cuando es preciso implementar nuestro potencial solidario, es en las coyunturas de pruebas colectivas cuando hay que poner el “salvémonos todos”, el “salvemos la tierra, los animales…”, por encima del “sálvese quien pueda”. Sí, ya sabemos que muchos de los de arriba lo han hecho bastante mal, que ha habido demasiado enriquecimiento ilícito en el ámbito financiero y en alguna medida también en el político, ¿pero no está demostrando el funcionariado con esa exigencia de la paga extra, siquiera en menor medida, un comportamiento también insolidario? ¿El axioma hermético “como es arriba es abajo” no se cumplirá igualmente a la hora de querer tomar cada quien su parte de la caja común? ¿No es, en el contexto planetario de miles de millones de seres en situación límite, el funcionariado vasco un colectivo notoriamente agraciado? ¿No hay ya en nuestro propio entorno una acusada distancia social, una sustancial diferencia de poder adquisitivo entre los que tienen, como el funcionariado, trabajo fijo y los que no? No se trata para nada de minusvalorar la labor de este imprescindible colectivo, sino de establecer prioridades generales.

Desconozco quién inventó aquello de que combatir los recortes en sueldos holgados era necesariamente algo revolucionario. ¿No será más revolucionario olvidarnos un poco de nosotros/as mismos/as, de nuestras siempre prioritarias cuitas y salir a las avenidas en pos del pan y del techo de quienes, a más o menos distancia, nada tienen? Es precisamente la solidaridad, el pensar antes en el interés colectivo que en el propio, lo que ha tenido y tendrá siempre un alto contenido emancipador.

Mientras el funcionariado tenga puesta la vista en quienes ganan más, en vez de hacerlo en quienes son muy inferiormente retribuidos, seguiremos perpetuando un sistema insolidario. ¿Los “derechos” alcanzados en un convenio están siempre por encima de los derechos de los que no han tenido nunca en suerte poder firmar convenio alguno y por lo tanto ajustarse a él? ¿Hasta dónde esos derechos adquiridos por un colectivo, que no deja de ser, en mayor o menor medida privilegiado, cuando la necesidad desborda por doquier? El problema surge cuando situamos nuestros derechos por encima de cualquier circunstancia o aún más básico derecho ajeno. Tenemos una inclinación a establecer esa desafortunada prioridad. ¿Cuándo haremos de las conquistas de ese dulce, de ese champán extras algo un poco más de todos? ¿Cuándo los derechos serán más inclusivos y no de sectores particulares? ¿Cuándo lucharemos por “convenios” de los que no quede nadie, nadie fuera, en medio de una cada vez más ancha familia planetaria? Apretarse el cinturón en aras de otros, puede proporcionar un gozo íntimo que jamás conquistará el derroche. Velemos por los manteles de aquí y de allá, cuidemos de que no falte lo imprescindible bajo ningún techo, en ninguna geografía.



lunes, 3 de diciembre de 2012

NUEVO SISTEMA EDUCATIVO EN JAPÓN

Para reflexionar. La idea no es hacer comparaciones, es tan solo para saber dónde estamos.

Se está probando en Japón, un revolucionario plan piloto llamado "Cambio Valiente" (Futoji no henko), basado en los programas educativos Erasmus, Grundtvig, Monnet, Ashoka y Comenius. Es un cambio conceptual que rompe todos los paradigmas.

Es tan revolucionario que forma a los niños como "Ciudadanos del mundo", no como japoneses.

En esas escuelas, no se rinde culto a la bandera, no se canta el himno, no se vanagloria a héroes inventados por la historia.
Los alumnos ya no creen que su país es superior a otros por el solo hecho de haber nacido allí.

Ya no irán a la guerra para defender los intereses económicos de los grupos de poder, disfrazados de "patriotismo".

Entenderán y aceptarán diferentes culturas y sus horizontes serán globales, no nacionales.

Y estos cambios se están dando en uno de los países más tradicionalistas y machistas del mundo.

El programa de 12 años, está basado en los conceptos:

· Cero patriotismo.
· Cero materias de relleno.
· Cero tareas.
· Y Solo tiene 5 materias, que son:

1. Aritmética de Negocios. Las operaciones básicas y uso de calculadoras de negocio.
2. Lectura. Empiezan leyendo una hoja diaria del libro que cada niño escoja, y terminan leyendo un libro por semana.
3. Civismo. Pero entendiendo el civismo como el respeto total a las leyes, el valor civil, la ética, el respeto a las normas de convivencia, la tolerancia, el altruismo, y el respeto a la ecología.
4. Computación. Office, internet, redes sociales y negocios on-line.
5. 4 Idiomas, Alfabetos, Culturas y Religiones: japonesa, americana, china y árabe, con visitas de intercambio a familias de cada país durante el verano.

¿Cuál será la resultante de este programa?

Jóvenes que a los 18 años hablan 4 idiomas, conocen 4 culturas, 4 alfabetos y 4 religiones.Tienen una visión mas global de la vida y pueden sacar su propias conclusiones sin adoctrinamientos ni sectarismos.

· Son expertos en uso de sus computadoras.
· Leen 52 libros cada año.
· Respetan la ley, la ecología y la convivencia
· Expertos en el manejo de la aritmética de negocios.
¿Será este el futuro de la humanidad?



sábado, 1 de diciembre de 2012

ESTAMOS SALVADOS PERO NO NOS HEMOS ENTERADO TODAVÍA

Fray Marcos 

Con el primer Domingo de Adviento, comenzamos el nuevo año litúrgico que es una puesta en escena de los acontecimientos que dieron lugar al cristianismo. De la misma manera que en la vida normal, se inventó el teatro para escenificar las relaciones sociales y así poder comprenderlas mejor, así en el ámbito religioso, escenificamos las experiencias religiosas de nuestros antepasados. Para nosotros la figura clave es Jesús, por eso el año litúrgico se desarrolla en torno a su vida.

No tiene mayor importancia que Jesús haya nacido el 25 de diciembre o en cualquier otro día del año. Como tampoco la tiene que haya nacido en el año 1 ó en el año 5 antes de Cristo. Lo importante es descubrir que la esencia de nuestra religión tuvo su origen en la experiencia humana del hombre Jesús.

Empezamos con los cuatro domingos de Adviento, como preparación para celebrar el momento más importante de ese proceso que terminó en la religión cristiana. No nos debe extrañar la increíble riqueza de los textos litúrgicos de este tiempo de Adviento. Ello se debe a que el pueblo de Israel vivió toda su historia como tiempo de adviento, es decir, como una continua espera.

Pero también el pueblo cristiano, vive las expectativas de la llegada definitiva del Reino de Dios. Por eso, tanto el AT, como el NT, están plagados de textos bellísimos sobre este tema fundamental en toda la Escritura. Nosotros encontramos una dificultad a la hora de entender estos textos, porque están escritos desde unas expectativas completamente diferentes y en un lenguaje extraño. Sin embargo el mensaje es simple: Pase lo que pase, debemos tener total confianza en Dios que salva siempre.

EXPLICACIÓN

Tal vez nos produzca una cierta confusión el hecho de que la liturgia apunta en una doble dirección. Por una parte, nos invita a estar en vela para la venida futura y definitiva de Cristo. Por otra, nos invita a prepararnos a celebrar dignamente la primera venida, es decir, su nacimiento como ser humano. Ambas perspectivas son hoy problemáticas. Celebrar el nacimiento de Jesús como acontecimiento histórico, no servirá de nada si no nos sentimos implicados en lo que significó su propia vida. Entender literalmente la segunda venida, será echar balones fuera por el otro extremo.

Esos dos extremos serán referencias importantes, solo si nos llevan a afrontar adecuadamente el presente. No tiene sentido hablar hoy del fin del mundo ni de catástrofes futuras. Ni siquiera de la "futura venida de Cristo". Lo importante no es que vino, ni que vendrá, sino que viene en este instante. Hablar hoy del futuro en cualquiera aspecto es ponerse fuera de juego y no aceptar el verdadero mensaje de las lecturas. Quedarse en la celebración de un hecho histórico, no cambiará nada en mi vida.

Debe hacernos pensar el hecho de que los Judíos esperaron durante dieciocho siglos la liberación. Y cuando llegó Jesús con su oferta de salvación, la rechazaron porque no era lo que ellos esperaban.

La venida del Mesías no fue suficiente para los judíos, porque no esperaban esa salvación, pero tampoco fue suficiente para los primeros cristianos, también judíos, que siguieron esperando la "segunda venida" en la que sí se realizará la verdadera salvación, porque entonces vendrá "con gran poder y gloria".

Aún hoy, seguimos esperando una salvación a nuestra medida, no la que realmente trajo Jesús, que es la que Dios quiere para nosotros. Si comprendiéramos que Dios ya nos ha dado todo lo que puede darnos, dejaríamos de esperar que Dios venga a "hacer" algo para salvarnos.

A todos nos resulta muy complicado abandonar una manera de ver a Dios que nos da seguridades, que es lo único que nos importa de verdad. Preferimos seguir pensando en el Dios todopoderoso que actúa a capricho, donde quiere, cuando quiere, y desde fuera. Solo requiere de nosotros que cumplamos, también externamente, sus mandamientos.

Desde esta perspectiva nos sentimos forzados a hacer lo que nos parece que le agrada y de otra, a esperar con miedo a que en el momento último nos coja confesados. De esa manera no hay forma de hacer presente el Reino de Dios que está dentro de nosotros. Y además, nos quedamos tan frescos, echando la culpa de que no estemos salvados, a Dios que es demasiado cicatero a la hora de concedernos lo que tanto deseamos.

Dios está viniendo siempre. Si el encuentro no se produce es porque estamos dormidos o, lo que es peor, con la atención puesta en otra parte. La falta de salvación se debe a que nuestras expectativas van en una dirección equivocada. Esperamos actuaciones espectaculares por parte de Dios. Esperamos una salvación que se me conceda como un salvoconducto, y eso no puede funcionar.

Da lo mismo que la esperemos aquí o para el más allá. Lo que depende de mí no lo puede hacer Dios ni lo puede hacer otro hombre. Esta es la causa de nuestro fracaso. Esperamos que otro haga lo que solamente yo puedo hacer.

Dios es la salvación y ya está en mí. Lo que de Dios hay en mí es mi verdadero ser. No tengo que conseguir nada ni cambiar nada en mí. Simplemente tengo que despertar y descubrirlo. Tengo que salir del engaño de creer que soy lo que no soy.

Esta vivencia me descentra de mí mismo y me proyecta hacia los demás; me identifica con todo y con todos. Mi falso ser, mi ego, mi individualidad se disuelve. Esa experiencia de salvación tendrá consecuencias irreversibles en mi comportamiento con los demás y con las cosas, que ahora, hecho el descubrimiento, forman parte de mí mismo. Dios no me salva como recompensa a mis actos. Mis obras serán la consecuencia de la salvación que Dios me da.

En las primeras comunidades cristianas se acuñó una frase, repetida hasta la saciedad en la liturgia: "Marañatha" = ¡Ven, Señor Jesús! Vivieron en la contradicción de una escatología realizada y una escatología futura.

"Ya, pero todavía no". Hay que tener mucho cuidado a la hora de entender estas expresiones. "Ya", por parte de Dios, que nos ha dado ya todo lo que necesitamos para esa salvación. Si no fuera así, se convertiría en un tirano. "Todavía no", por nuestra parte, porque seguimos esperando una salvación a nuestra medida y no hemos descubierto el alcance de la verdadera salvación, que ya poseemos. Aquí radica el sentido del Adviento. Porque "todavía no" estamos salvados, tenemos que tratar de vivir el "ya". Eso nunca lo conseguiremos si nos dormimos en los laureles.

Jesús apunta hacia una salvación muy distinta de la que esperamos. "He venido para que tengan vida y la tengan abundante." ¿Cuál es la tierra prometida que nosotros esperamos hoy? Como los judíos, ¿esperamos una tierra que mane leche y miel, es decir mayor bienestar material, más riquezas, más seguridades de todo tipo, poder consumir más? Seguimos apegados a lo caduco, a lo transitorio, a lo terreno. Seguimos convencidos de que la felicidad está en el consumo. La liturgia nos propone cuatro domingos para prepararnos. Los comercios adelantan más cada año la oferta de productos navideños...

La confianza, la esperanza, la paz, la ilusión la tengo que mantener aquí y ahora, a pesar de todas las apariencias. No debemos esperar que el mundo cambie para alcanzar la verdadera salvación. Confiar, creer es ya cambiar el mundo. Si no es así, estoy confiando en el ídolo. Siempre tendemos a ver la presencia de Dios en los acontecimientos favorables, y pensar que Dios está alejado de nosotros cuando las cosas no van bien. Esa es la interpretación de la historia que hizo el pueblo judío. Jesús dejó muy claro que Dios está siempre ahí, pero se manifiesta con rotundidad en la cruz, aunque sea difícil descubrirlo.

El Adviento no me invita a mirar hacia fuera: pasado y futuro, sino a mirar hacia dentro. Si consigo que nada de lo que tengo me ate y me desligo de lo que creo ser, aparecerá mondo y lirondo mi verdadero SER. Solo ahí puedo encontrar la auténtica felicidad.

¡Qué nos está pasando! Celebramos con inmensa alegría el nacimiento de una nueva vida, pero seguimos despidiendo a nuestros muertos con un "funeral". Debemos atrevernos a no ver el fin de una vida como un fracaso. Al final del camino, nada de lo que eres en tu esencia, se ha truncado. Eso es lo que se desprende del evangelio. Eso es lo que Jesús predicó y vivió.