martes, 27 de enero de 2009

OPERACIÓN "PLOMO IMPUNE"

Eduardo Galeano

Para justificarse, el terrorismo de estado fabrica terroristas: siembra odio y cosecha coartadas. Todo indica que esta carnicería de Gaza, que según sus autores quiere acabar con los terroristas, logrará multiplicarlos.

Desde 1948, los palestinos viven condenados a humillación perpetua. No pueden ni respirar sin permiso. Han perdido su patria, sus tierras, su agua, su libertad, su todo. Ni siquiera tienen derecho a elegir sus gobernantes. Cuando votan a quien no deben votar, son castigados. Gaza está siendo castigada. Se convirtió en una ratonera sin salida, desde que Hamas ganó limpiamente las elecciones en el año 2006. Algo parecido había ocurrido en 1932, cuando el Partido Comunista triunfó en las elecciones de El Salvador. Bañados en sangre, los salvadoreños expiaron su mala conducta y desde entonces vivieron sometidos a dictaduras militares. La democracia es un lujo que no todos merecen.

Son hijos de la impotencia los cohetes caseros que los militantes de Hamas, acorralados en Gaza, disparan con chambona puntería sobre las tierras que habían sido palestinas y que la ocupación israelita usurpó. Y la desesperación, a la orilla de la locura suicida, es la madre de las bravatas que niegan el derecho a la existencia de Israel, gritos sin ninguna eficacia, mientras la muy eficaz guerra de exterminio está negando, desde hace años, el derecho a la existencia de Palestina.

Ya poca Palestina queda. Paso a paso, Israel la está borrando del mapa.

Los colonos invaden, y tras ellos los soldados van corrigiendo la frontera. Las balas sacralizan el despojo, en legítima defensa.

No hay guerra agresiva que no diga ser guerra defensiva. Hitler invadió Polonia para evitar que Polonia invadiera Alemania. Bush invadió Irak para evitar que Irak invadiera el mundo. En cada una de sus guerras defensivas, Israel se ha tragado otro pedazo de Palestina, y los almuerzos siguen.

La devoración se justifica por los títulos de propiedad que la Biblia otorgó, por los dos mil años de persecución que el pueblo judío sufrió, y por el pánico que generan los palestinos al acecho.


Israel es el país que jamás cumple las recomendaciones ni las resoluciones de las Naciones Unidas, el que nunca acata las sentencias de los tribunales internacionales, el que se burla de las leyes internacionales, y es también el único país que ha legalizado la tortura de prisioneros.

¿Quién le regaló el derecho de negar todos los derechos? ¿De dónde viene la impunidad con que Israel está ejecutando la matanza de Gaza? El gobierno español no hubiera podido bombardear impunemente al País Vasco para acabar con ETA, ni el gobierno británico hubiera podido arrasar Irlanda para liquidar a IRA.

¿Acaso la tragedia del Holocausto implica una póliza de eterna impunidad? ¿O esa luz verde proviene de la potencia mandamás que tiene en Israel al más incondicional de sus vasallos?
El ejército israelí, el más moderno y sofisticado del mundo, sabe a quien mata. No mata por error. Mata por horror. Las víctimas civiles se llaman , según el diccionario de otras guerras imperiales.
En Gaza, de cada diez daños colaterales, tres son niños. Y suman miles los mutilados, víctimas de la tecnología del descuartizamiento humano, que la industria militar está ensayando exitosamente en esta operación de limpieza étnica.

Y como siempre, siempre lo mismo: en Gaza, cien a uno. Por cada cien palestinos muertos, un israelí.

Gente peligrosa, advierte el otro bombardeo, a cargo de los medios masivos de manipulación, que nos invitan a creer que una vida israelí vale tanto como cien vidas palestinas. Y esos medios también nos invitan a creer que son humanitarias las doscientas bombas atómicas de Israel, y que una potencia nuclear llamada Irán fue la que aniquiló Hiroshima y Nagasaki.


La llamada comunidad internacional , ¿existe?

¿Es algo más que un club de mercaderes, banqueros y guerreros? ¿Es algo más que el nombre artístico que los Estados Unidos se ponen cuando hacen teatro?

Ante la tragedia de Gaza, la hipocresía mundial se luce una vez más. Como siempre, la indiferencia, los discursos vacíos, las declaraciones huecas, las declamaciones altisonantes, las posturas ambiguas, rinden tributo a la sagrada impunidad.

Ante la tragedia de Gaza, los países árabes se lavan las manos. Como siempre. Y como siempre, los países europeos se frotan las manos.

La vieja Europa, tan capaz de belleza y de perversidad, derrama alguna que otra lágrima, mientras secretamente celebra esta jugada maestra. Porque la cacería de judíos fue siempre una costumbre europea, pero desde hace medio siglo esa deuda histórica está siendo cobrada a los palestinos, que también son semitas y que nunca fueron, ni son, antisemitas. Ellos están pagando, en sangre contante y sonante, una cuenta ajena.

(Este artículo está dedicado a los amigos judíos asesinados por las dictaduras latinoamericanas que Israel asesoró)



lunes, 26 de enero de 2009

OTRO CRISTIANISMO ES POSIBLE.-11

11. ¿Creer que Jesús rsucitó?. ¿O creer en el que vive? (En este vínculo aparece el texto del capítulo de Lenaers)

En la disyuntiva del título R. Lenaers opta por el segundo interrogante. El primero le parece descriptivo y heterónomo (‘al tercer día’). En cuanto a las diferentes y densidades del “creer que” y “creer en” se queda también con el segundo “creer en el que vive” por se sentido de compromiso y entrega hacia Jesús. No se trata de meras palabras.

  • 1. El contexto Judío

- es la única cultura que de entrada no creía en una vida después de la muerte sino en una existencia de sombras en el Sheol.

-sólo en el siglo II a.C. creen que la fidelidad de Dios y su justicia fundaba una segunda oportunidad de vida en esta tierra (el caso de los mártires bajo Antíoco) mediante un despertar del cuerpo (por lo que se rechazaba la cremación, práctica prohibida en la iglesia hasta no hace mucho). Este despertar corporal es el que los judíos tradujeron como ‘resurrección’ (lo que relativiza y devalúa la fuerza de este término).

La noción de la Justicia de Dios añadió el escenario del Juicio final de todos los despertados a puro trompetazo.

  • 2. La afluencia de paganos

Propició la prevalencia de su antropología: el ser humano es una realidad compuesta de dos partes que se separan en la muerte y se vuelven a reunir en la resurrección.

Y así quedó la versión popular -¡y oficial!- ante la que nadie pestañea pese a ser ajena a cualquier pensamiento adulto moderno: un organismo muerto y descompuesto volverá a la vida por un mágico trompetazo del ángel, burlando la entropía como quien burlara la mismísima gravedad. El bueno de H.S. Reimarus, teólogo y filósofo del XVIII, ante tal absurdo, juzgó menos insensato dudar de la muerte real de Jesús.

  • 3. Las apariciones.

Pablo es el primero que recurre de pasada al A.T.: “resucitado al tercer día según las Escrituras”… Menor fuerza probativa tiene aquella visión de Ez. 37 de los “huesos desecados”. Este tipo de lenguaje sólo pretende dar fe de que Dios, siempre fiel, se ha reservado la última palabra pese a la muerte de Jesús.

La crítica histórica es muy severa con el conjunto de relatos de las apariciones: flagrantes contradicciones en cuanto a personas, lugares y número, construcción mágica de Jesús atravesando muros, encendiendo un fuego para cocinar… Todo concurre a tener que armarse de mucha credulidad para poder considerar las apariciones como acontecimientos históricos.

No obstante lo cual se impone una evidencia: en el ánimo de aquellos hombres y mujeres llenos de miedo después de la muerte del Maestro un cambio insospechado se ha producido; aseguran sin titubear: “lo hemos visto“.

  • 4. ¿Realmente lo vieron? O ¿cómo lo vieron?

En el imaginario popular cristiano la respuesta es indudable: Sí, lo vieron.

Sin discernir en los relatos realidad y símbolo, se entendieron las apariciones como manifestaciones tangibles corporales de Jesús: ése era el dogma indiscutible de la fe cristiana. Tan es así que a la mayoría de laicos y clérigos les suena aún a herejía la simple afirmación de que la resurrección de Jesús no fue la ‘revivificación’ de su cadáver. Lo que lleva parejo que su sepulcro no tuvo por qué quedar vacío.

¿Lo vieron realmente? Si fue así se trata de la sensación por la que la luminosidad de una imagen real impactó la película de la retina y mediante el nervio óptico alcanzó el cerebro de Jesús.

Sabido es que en la visión el punto de partida, la imagen, puede ser real o ilusoria. Los videntes de las apariciones marianas, las reconocidas como las docenas de no reconocidas, pueden ser sinceros creyendo ver a María pero en una mentalidad autónoma no cabe la posibilidad de tal milagro. Se van a quedar en el paro todos los expertos heterónomos en milagros, apariciones y estigmas.

¿Qué pudo ocurrir, pues, a los primeros videntes cristianos? Salvo que demos por válido el axioma de la heteronomía debemos afirmar tajantemente desde un espíritu crítico mínimo que los discípulos NO VIERON, lo que se dice ver, el cuerpo desangrado de Jesús vuelto a la vida y degustando con ellos un pescado.

Pero la psiquis humana es más que mera percepción sensorial.

Por motivos (que no hace al caso ahora), dentro de las tinieblas del desaliento total por la muerte del Maestro se fue abriendo paso la antigua fe de que Dios es fiel a sus promesas y de que, no habiendo rematado Jesús su misión, tendría que ‘despertar’ y volver como otros profetas habían hecho. Así tomó cuerpo, sin especial dificultad, laconvicción experiencial íntima de que Jesús vivía. Experiencia subjetiva fuerte que se proyectó en forma de visión corporal. Ni siquiera afirmamos, pues, que el contenido de esa experiencia interior fuese acertado. ¿No es del mismo rango que la de los discípulos nuestraexperiencia interior de fe? ¿no es parecida nuestra certeza sin alcanzar la evidencia?

En cualquier caso ‘lo que vieron’ junto a lo que se comunicaron unos a otros adquirió en ellos tal vigor, que el mismo impulso del espíritu de Jesús les empujó a comunicarlo a los cuatro vientos. Y en ese proceso la experiencia interior fue adornándose con variados matices tan propios del alma oriental que cuando exagera hasta parece que miente.

  • 5. La perspectiva contraria.

Los defensores de la revivificación, es decir, de una resurrección corporal acuden a una argumentación racional: el sepulcro quedó vacío según los relatos. Por eso mismo los judíos podían desmontar la patraña y no lo hicieron. Lenaers, junto a otros, replica: pasaron dos meses hasta los primeros anuncios (Pentecostés); los judíos no se habrían expuesto a la contaminación legal con un cadáver que, por lo demás, sus feudos tuvieron amplio tiempo de ocultar; los ajusticiados por los romanos iban a una fosa común…

Pongámonos en la peor de las hipótesis: quien sea va al sepulcro de Jesús y resulta que encuentra su cadáver. ¿Y qué? Para los más conservadores habría sido catastrófico. Para los creyentes modernos que no entienden la resurrección de Jesús según parámetros corporales… no pasaría nada.

  • 6 . ¿Jesús vive realmente hoy?

Eso hemos dicho, mas no sin algunas precaución importante para no seguir prisioneros de lo mítico. Sin los procesos bioquímicos sabidos no hay vida, procesos que concluyeron en Jesús de modo que, en este sentido, Jesús no vive. Sin embargo, algo queremos afirmar con la Biblia cuando aceptamnos decir “el Dios viviente“. Aquí el concepto salta más allá de lo experimental y, si somos creyentes, tal concepto aplicado a Dios no nos parece indigno al igual que cuando aseguramos “Dios es amor”.

“Viviente” es una realidad, dice Lenaers, que supera cualquier bioquímica. Si este misterio (el de Dios) es amor como confiesa el creyente, el ser humano que ama se vuelve un solo ser en la medida de su amor y participa en la misma medida en su riqueza de vida creadora. Este es el sustrato del concepto humano de resurrección” (p.141).

  • Dos observaciones:
  • - según esta visión de la resurrección todos resucitamos en el mismo instante de nuestra propia muerte ¿Resucitó Jesús, pues? ¡Como todos!
  • - “volverse un solo ser” con Dios, prosigue Lenaers. Cabe preguntarle de qué habla realmente ¿de unión o de identificación? Queda pendiente.


miércoles, 21 de enero de 2009

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y LA CRISIS ACTUAL

La teología de la liberación
puso al desnudo la gravedad de la crisis actual

Todos estamos de acuerdo en que el mercado es indispensable para la vida de la sociedad. El mercado siempre funcionó a base de la ley de la oferta y la demanda, fijando el precio de la mercancía, bien con trueque directo, bien con monedas o dinero. 
A partir del siglo XVIII, teóricos de la economía, entre otros Adam Smith, establece como mecanismo regulador entre oferta y demanda el acuerdo del comprador y vendedor, realizado sin intervención de nadie. Es una regulación espontánea, la más beneficiosa y que actúa a modo de mano invisible. 
Pero, la realidad muestra que en esa autorregulación espontánea interviene la competencia, la cual desencadena la operación a favor de unos y en contra de otros. En general, en esa competencia no controlada, se impone cada vez más el predominio de los fuertes, de las grandes empresas, que acaparan los productos y adquieren en exclusiva la oferta, con lo cual quedan libres para imponer las condiciones y precios que quieran, al margen de otros competidores más débiles y anulando la libertad del consumidor. 
Surge de esta manera el mercado monopolista que domina los mercados nacionales e internacionales, influye enormemente en muchos países y doblega a sus intereses al mismo poder político. Escribe José Luis Sampedro: “Determinadas industriales y comerciales, junto con grandes instituciones financieras que manejan cuantiosos fondos, componen una red de poder económico ante la cual hablar del consumidor como rey del mercado y de su libertad económica es caer en lo ilusorio. Incluso las empresas menores se encuentran, directa o indirectamente, bajo el poder de las gigantescas, porque, aun cuando no estén sometidas por subcontratos u otras relaciones semejantes, siempre han de plegarse a la evolución y las condiciones del mercado y de la producción dictadas por las entidades mastodónticas. En suma, los poderosos directivos y sus grandes empresas avanzan en la vida pateando triunfantes por encima de los pueblos” (El mercado y la globalización, Destino, 1982, pp. 37-38). 
Esta libertad financiera se consolida por la ideología del liberalismo económico, que pretende legitimar el poder del dinero y que, en realidad, no hace sino que los ciudadanos pierdan el control democrático ejercido mediante sus representantes y gobernantes. En estricto rigor “La globalización económica es totalmente antidemocrática” (José Luis Sanpedro, Idem, p. 64.). 

La teología frente al fenómeno del mercado y la globalización neoliberal
La teología tiene un momento primero, mediante el cual deja de ser evasiva o idealista. Como escribe el teólogo mártir Ignacio Ellacuría: “El punto de partida de la Teología de la Liberación es la experiencia humana que, ante el atroz espectáculo de la maldad humana, que pone a la mayoría de la humanidad a la orilla de la muerte y de la desesperación, se rebela y busca corregirla. Y la experiencia cristiana que, basada en la misma realidad, ve, desde el Dios cristiano revelado en Jesús, que esa atroz situación de maldad e injusticia es la negación misma de la salvación anunciada y prometida por Jesús, una situación que ha hecho, de lo que debiera ser reino de gracia, reino de pecado” (Téologo mártir por la liberación del pueblo, Nueva Utopía, 1990, pp.153-154). 
Es lo primero: quien no sea capaz de sentir, indignarse y rebelarse no cambiará nada ni construirá una teología liberadora. La reflexión liberadora pasa primero por el corazón, por la ira sagrada de quien repudia la injusticia. Me gusta citar, a este respecto, el testimonio ejemplar del obispo Pedro Casaldáliga: “Después de vivir tres años aquí, andando por esos ríos y sertaos, encontrando a unos y a muchos peones, sintiendo la amargura de unos y muchos posseiros y después de acudir a las autoridades de aquí o de Barra dos Garzas, de Cuiabá, o de Brasilia, después de gritar, de llorar (y he llorado algunas veces enterrando peones en ese cementerio de de Sao Félix, ahí a la orilla del Araguaia) después de todo eso, estoy sintiendo hoy como a la persona más importante de este día, a ese peón, a ese muchacho de 17 años que hemos enterrado esta mañana ahí, a orillas del Araguaia, sin nombre y sin caja.
Sintiendo eso, viviendo eso día a día, el que tenga un poco de fe, el que quiera ser fiel a Jesucristo y quiera ser sincero con ustedes tiene que rebelarse, tiene que gritar, tiene que llorar, tiene que luchar” ( Cabestrero, T., Una iglesia que lucha contra la injusticia, Misión Abierta, 1973, p.186). 
En cierto modo, la nueva teología ha salido de su sueño social y dogmático y ha entrado con ojos abiertos en la realidad: “Yo vengo, ha dicho el teólogo Metz, de una cultura cristiana y teológica en la que los procesos revolucionarios se han hecho o en contra de la Iglesia y la religión o sin ellas como la Reforma, la Ilustración, la Revolución francesa y la Revolución rusa…Nosotros sólo tenemos experiencia de una iglesia que ha legitimado y apoyado los poderes estatales… El tiempo en el cual la Iglesia legitima a los poderosos habría pasado y habría llegado la época de la liberación y de la función subversiva de la Iglesia” (Metz, J.B., Servicio del Centro Ecuménico Valdivieso, entrevista sobre “La Iglesia en el proceso revolucionario de Nicaragua”, Managua 1981).
No deja de ser llamativo que la Teología de la Liberación no haya surgido en el centro de universidades europeas, sino en la periferia del Tercer Mundo. El lugar desde donde se hace teología es determinante: no es lo mismo construir teología desde una chavola que desde una academia. Para que el teólogo ponga su pensamiento y su pluma al servicio de la liberación tiene que poner primero su vida y su corazón al ser vicio de los pobres. Quien no se sienta golpeado por la tragedia de los pobres no puede hacer teología de la liberación.
En este sentido, estoy convencido que entre Evangelio y capitalismo, teología y globalización neoliberal hay clara oposición. Son dos proyectos, dos dinámicas, y dos escatologías distintas. La del capitalismo apuesta por el egoísmo, el lucro, la ambición, el poder y el éxito. La del Evangelio apuesta por el amor, la justicia, la generosidad, el compartir, el servicio fraternal y la humildad.
El capitalismo cuenta con los que buscan la seguridad y felicidad del dinero, con los que aspiran a enriquecerse ignorando la miseria y el sufrimiento de los otros, con los que no quieren cambiar por defender sus privilegios, con los que persiguen a los que intentan hacer una sociedad más justa. 
El Evangelio cuenta con los desposeídos, los misericordiosos, los sinceros, los que trabajan por la paz, los que son perseguidos por no servir a los intereses del dinero.
La utopía de Jesús es que el reinado de Dios se instaure progresivamente en la vida e historia de los hombres. Si El hubiera renunciado a hacer efectivo su programa, si no hubiera cuestionado el contenido de otros programas imperantes – el político y religioso de entonces- no hubiera sido censurado, perseguido ni ejecutado. Cuando los evangelios dicen que Jesús anuncia una “buena noticia” o, lo que es lo mismo, la cercanía del “reinado de Dios”, quiere decir que anuncia una sociedad alternativa. 
Jesús explicita su programa en las llamadas Bienaventuranzas: hay que renunciar a toda ambición optando por la pobreza (Mt 5,3) y mantener fidelidad a esa renuncia a pesar de la oposición que suscita (Mt 5,10); estimular un movimiento liberador; crear relaciones regidas por solidaridad (Mt 5, 7), la sinceridad (Mt 5,8) y por el trabajo por la paz (Mt 5); proceder convencidos de que la verdadera felicidad estriba en el amor y la entrega y no en el egoísmo y triunfo personal.
Al cobrar conciencia de que los pobres son fruto de causas y sistemas bien determinados, se tiene claro que el Dios de Jesús es el Dios antítesis de la pobreza, que es consecuencia de la injusticia y conduce a la muerte. 
Por pobres entendemos los que, demás de carecer de lo indispensable, están desposeídos del fruto de su trabajo y de poder social y político. La pobreza evangélica exige ir acompañada por una espiritualidad que tome conciencia de esa pobreza dialéctica (hay empobrecidos porque hay empobrecedores), que obstaculiza el cumplimiento de la voluntad de Dios sobre los bienes de este mundo e imposibilita el cumplimiento del amor y de la fraternidad.
Frente a la filosofía clasista y menospreciadora del capitalismo, la teología cristiana afirma que los pobres son un lugar teológico, que constituyen la máxima y escandalosa presencia de Dios en la sociedad. En Jesús de Nazaret, Dios se manifiesta haciéndose uno de nosotros, adoptando una vida desde la justicia y el amor a favor de los desheredados, contra la explotación de los poderosos y, por eso, acaba en fracaso y asesinato. Dios, en Jesús de Nazaret, abandona toda suerte de neutralismo y toma partido contra los empobrecedores.
Confesar que Jesús es Dios, es hacerlo desde su opción por los pobres, lo cual resulta escandaloso para los judíos y para los griegos, para los piadosos y los intelectuales. Cuando se acusa a los teólogos de la liberación de querer privar a Jesús de su divinidad, lo que se esconde tras esa acusación es la pretensión de querer anular el escándalo de un Dios impotente y crucificado. Un escándalo que sigue vivo en la historia. 
Consiguientemente si los pobres ocupan esta importancia en el cristianismo se entiende que a la Iglesia se la pueda llamar con toda propiedad Iglesia de los pobres. Son ellos, pues, los que deben darle orientación fundamental a su estructura, a su jerarquía, a sus enseñanzas y a su pastoral. La Iglesia no podría servir a la causa de la fe si deja a un lado la causa de los pobres. Los caminos de los pobres y los de Dios van unidos en este mundo.
La Iglesia, por tanto, debe estar allí donde están los pobres; no donde está la riqueza sino donde la pobreza. Lo cual quiere decir que debe estar donde estuvo su Fundador, es decir, en el lugar social de los pobres. Ellacuría precisa: “No es lo mismo estar en y estar con: Jesús estaba situado en ese lugar social que son los pobres y, desde ese lugar que purificaba e iluminaba su corazón, es desde donde estaba con Dios y con las cosas de su Padre. Y su estar con Dios no era ajeno a su estar con los pobres, entre quienes quiso poner su morada” (Idem, p. 149). 

Epílogo: la denuncia de un economista (Stiglitz) y de un profeta (Casaldáliga)
Cualquiera que lea el libro, reciente, de Joseph E. Stiglitz, catedrático, profesor y Premio Nobel de Economía, encontrará que las cosas de la globalización, tal como él las juzga, andan muy a la vera de lo aquí dicho.
Unos textos suyos afirman: “Me parecía terriblemente injusto que en un mundo con tanta riqueza y abundancia haya tanta gente que viva con pobreza…Había visto países en los que la pobreza iba en aumento en lugar de descender y había observado lo que esto significaba” (Cómo hacer que funcione la globalización, Taurus, 2006, p. 17). “Los países ricos crearon un régimen comercial global al servicio de sus propios intereses corporativos y financieros, con lo cual perjudicaron a los países más pobres del mundo” (Idem, p.18) “Sin regulación e intervención estatales, los mercados no conducen a la eficiencia económica” (Idem, p. 21).”La globalización pone en peligro valores culturales fundamentales” (Idem, p. 25). 
Podría yo haber hecho este trabajo exponiendo simplemente la vida, de palabra y obra, del obispo Casaldáliga frente al fenómeno de la injusticia y de los pobres. Sería el resultado de una teología profética: “La blasfemia de nuestros días, la herejía suprema, que acaba siendo siempre idolatría, es la macroidolatría del mercado total. Y es, puede ser, la omisión de la Iglesia, la insensibilidad de las religiones frente a la macroinjusticia institucionalizada hoy en el neoliberalismo, que por esencia es pecado, pecado mortal, asesino y suicida” - “El capitalismo colonialista crea necesariamente dependencia y divide al mundo. El capitalismo es la culebra aquella primera, siempre astuta. Jesús dijo abiertamente que el antidiós es el dinero. Esto no es de ningún marxista ni de ningún teólogo de la liberación. Es del Señor Jesús” - “Creo que el capitalismo es intrínsecamente malo: porque es el egoísmo socialmente institucionalizado, la idolatría pública del lucro, el reconocimiento oficial de la explotación del hombre por el hombre, la esclavitud de los muchos al yugo del interés y la prosperidad de los pocos. Una cosa he entendido claramente con la vida: Las derechas son reaccionarias por naturaleza, fanáticamente inmovilistas cuando se trata de salvaguardar el propio tajo, solidariamente interesadas en aquel orden que es el bien… de la minoría de siempre”. Y Casaldáliga se reafirma poéticamente frente al mundo neoliberal: 
“Yo me atengo a lo dicho:
La justicia:
a pesar de la ley y la costumbre,
a pesar del dinero y la limosna.
La humildad,
para ser yo, verdadero.
La libertad, 
para ser hombre.
Y la pobreza, 
para ser libre.
La fe, cristiana,
para andar de noche,
y, sobre todo, para andar de día.
Y, en todo caso, hermanos,
yo me atengo a lo dicho: a la esperanza” 

Benjamín Forcano
Sacerdote y teólogo 


martes, 20 de enero de 2009

ENTREVISTA A ANTONIO QUITIÁN

La Iglesia tiene que dar la talla en estos tiempos de crisis


 Antonio Quitián está convencido de que su madre (una mujer con una profunda religiosidad) primero y las clases pastorales que recibía de don Miguel Peinado, por entonces párroco de El Salvador, tuvieron mucho que ver con su forma de conducirse por la vida: siempre con los necesitados.

«Aquellos curas debíamos luchar contra todo lo que oliera a dinero»

 

Cuando hablamos por primera vez con el cura obrero Antonio Quitián para proponerle la entrevista, nos dice que ya no tiene nada que decir, que ya lo ha dicho todo. Pero luego vemos que sí tiene mucho que decir: la conversación se dilata durante dos horas. Son dos horas llenas de recuerdos, de anécdotas, de datos... Dos horas que pasan tan rápidas como un soplo. Eso tienen las conversaciones con personas con una dilatada vida de lucha por detrás: que atrapan al entrevistador hasta dejarlo lleno de sensaciones.

Antonio Quitián es de mediana estatura y delgado. Y en su rostro siempre hay una sonrisa dispuesta a hacer más agradable la charla. Habla con serenidad del que ha visto mucho y con una sabiduría propia del que tiene unas convicciones a prueba de cualquier tentación. Es la suya una sabiduría humanísima exenta de cualquier estereotipo. Sabe cual ha sido la apuesta por la vida y que la ha ganado. Me atrevo a decir que de todas las entrevistas que he realizado en mi vida, esta ha sido una de las más sinceras. Y todo porque es un hombre que parece estar al margen de imágenes definitivas y amparadoras, de ser más persona que personaje. Lo primero que nos dice que lo de ser cura fue por casi un accidente: Su ingreso en el seminario fue de lo más curioso.

-Era el mes de mayo. Los alumnos de mi clase en el Ave María no teníamos maestro aquel día y el capellán se hizo cargo. La mañana se hizo larga y nos sacó al exterior. Nos fue preguntando sobre queríamos ser. A mí me correspondió contestar de los últimos. Habían salido y aun repetido muchos oficios. Y yo, queriendo ser original, se me ocurrió un oficio que nadie había dicho: Yo cura, dije. De verdad que lejos de mí estaba la intención de ser cura. Es más, a mí los curas me parecían personas sombrías y siempre relacionadas con los entierros. Aquel episodio de una clase rutinaria habría pasado sin más trascendencia. Pero no fue así. El capellán llamó a mis padres y en este encuentro acordaron mi entrada en el seminario. No había cumplido aún los doce años. En la elección de mi profesión no tuve ni arte ni parte.

 

Los 'tiratapias'

Pero gracias a aquella especie de travesura, Granada contó con un cura apegado a los pobres. Antonio perteneció a los llamados curas 'tiratapias' que se caracterizaron por un deseo de renovar la Iglesia tradicional.

-Aquellos curas debíamos luchar contra todo lo que oliera a preocupación por el dinero. Teníamos que quitar las clases o categorías en los servicios religiosos. Cortar con los caciques que mangoneaban en las fiestas religiosas. Por supuesto no éramos vistos con buenos ojos por los curas mayores, tradicionales, que veían en nosotros como un ataque a sus prácticas religiosas, a sus ingresos económicos y a sus relaciones con la clase acomodada. En lo social, habíamos optado por los pobres, distanciándonos de los ricos como una consecuencia de la profundización y vivencia evangélica.

Fue cura a los 24 años en Tiena y Olivares y después estuvo 14 años en Tózar y Limones. Hasta que en 1966 fue destinado a 'La Virgencica'.

-En todos estos años descubrí que había que unirse al pueblo que sufre y hacer las cosas no para él, sino con él, viviendo cerca, compartiendo su misma vida y sus aspiraciones.

En su familia y en parte de la Iglesia no vieron bien que este cura se pusiera a trabajar. Pero por encima de todo estaban sus ideas. Trabajó de albañil haciendo zanjas. Perteneció a la Hermandad Obrera de Acción Católica y su lucha estaba siempre con aquellos obreros que se encerraban en las iglesias y en la catedral para pedir mejoras laborales. Hasta sufrió la cárcel por este motivo. Los enfermos y los presidiarios fueron también protagonistas de sus desvelos. Fue testigo directo de aquellos trágicos momentos en los que murieron tres albañiles en una manifestación. Estuvo con dos de ellos mientras agonizaban en la mesa de operaciones.

A pesar de sus ochenta años, aún sigue reuniéndose con los parados, con aquellos a los que la vida los trata mal. Nos cuenta que ya hay un grupo de desempleados que lo han llamado para reunirse con él en un templo granadino. Piensa que para mucha gente la Iglesia puede ser de nuevo el último refugio.

-La Iglesia no puede cerrar los ojos en estos tiempos en los que crece el paro y se pasan necesidades. Sólo así se consigue que no la vean distante, que está dispuesta a estar con aquellos que sufren. Tiene que dar la talla. En estos tiempos los curas las pasan canutas con los jóvenes, pero es porque estos no la ven cercana.

-¿Cómo ve esa polémica de los anuncios en los autobuses que niegan la existencia de Dios?

-A mí todas estas cosas me alegran porque me gusta que la gente piense. La Iglesia necesita que la espoleen desde fuera para que reaccione. Vivir alejada de la realidad no le lleva a ningún sitio. Esto es lo que hay ahora y hay que dar respuestas razonadas.

A pesar de ser tan crítico con la institución a la que ha servido durante toda su vida, quiere terminar matizando:

-La Iglesia ha tenido para mí tal influencia que podría afirmar que casi todo lo que pienso, digo o soy a ella se lo debo. Me ha dado a conocer a Jesucristo y sus Evangelios. Sin embargo, esta Iglesia no está con los tiempos porque a veces ignora a mucha gente que está sufriendo y que está pasando penalidades. Me da vergüenza que haya enfermedades por comer mucho y que un tercio de los habitantes del mundo no tenga para comer. De ahí que haya que seguir trabajando por su renovación evangélica.

Esta es una entrevista de la que da pena que se ha ya acabado es espacio,


 

OTRO CRISTIANISMO ES POSIBLE.- 10

10. Una pirámide invertida. La “Santísima Virgen y Madre de Dios María” (En este vínculo aparece el texto del capítulo de Lenaers)

El subtítulo parece, si no nos equivocamos, un compendio de lo que cree el pueblo cristiano, jerarquía incluida, sobre María y que ésta en realidad no es. La veneración de María sería más bien un culto “casi idolátrico” sin apenas apoyo en la Escritura para ninguna de las grandes advocaciones marianas.


Fue lógicamente desechado por la Reforma, defensora de la “sola Scriptura” y con tanto mayor ahínco propiciado por el magisterio desde Trento como si el ‘desarrollo dogmático’ fuese legítimo aún cuando no se apoye en algo originario que desarrollar. Con lo cual el “sensus fidelium” se podía amparar en la asistencia del Espíritu Santo, sin más restricción que la jerárquica subjetiva.

  • 1. Una perspectiva teónoma choca con los cuatro puntos más fuertes de la mariología: por eso María no puede ser ni “madre de Dios”, ni “virgen”, ni “sin pecado original”, ni “asunta al cielo”. Un buen cristiano puede prescindir de toda esta mariología.
  • 2. Inflación de los escuálidos textos de la Escritura:
    • - El anuncio del ángel y el Magnificat pertenecen al evangelio de la infancia de Lucas de estructura estrictamente mítica, sin fiabilidad histórica…
      - En Luc. 2, 27-28 : “otros merecen más alabanzas que María”, comenta Lenaers.
      - En Mt 13, 46: los verdaderos ‘madre y hermanos’ de Jesús son otros que quienes le buscan inquisitorialmente.
      - En Caná: “Señora, por favor, no me diga lo que yo tengo que hacer” traduce Lenaers la controvertida expresión bíblica.- El 4º evangelio sitúa a María al pie de la cruz por razones teológicas, cosa históricamente impensable. Los sinópticos hablan de mujeres mirando de lejos.- Con el “esta es tu madre” de Juan parece que María entra, sólo entonces, a ser considerada del círculo de los discípulos.- Es significativo el continuo recurso de liturgia, tradición y magisterio a textos bíblicos que nada tienen que ver con María.

    •3. El ‘teótokos’, fundamento del pensamiento mariano.

      a) En Éfeso, el término ‘teótokos‘, ‘paridora de Dios’, tuvo más que ver con la necesidad psicológica popular de vincular la ternura materna al poder del padre (el complemento femenino de Dios) que con la teología del maquiavélico Cirilo de Alejandría. Éste lo utilizó como el grito de guerra que envió a Nestorio y a sus obispos al destierro.b) Una segunda razón del éxito del ‘teótokos‘. Permite sustituir a las diosas paganas y sus cultos, tanto en la antigüedad como después (colonización de Sudamérica).

      c) Parece que la carencia de sustrato bíblico fue suplida por el Espíritu Santo, alimentando el ‘sensus fidelium’ sea con argumentos emocionales como racionales: ¿cómo Jesús sería un hijo menos dadivoso que otro no omnipotente? “¿Pudo…?, se decía, ergo lo hizo”.

      d) ¿qué papel psicológico ha podido jugar la sublimación de la feminidad mediante la virginidad en la pesada carga del celibato clerical y religioso?

  • 4. La Santísima “Virgen”
    • - Los evangelios de la Infancia, de nuevo, son de estricta factura mítica y heterónoma.

      - Este misterio se ha alimentado de la inconfesada condena por la iglesia de la sexualidad, alimentada por la supuesta oposición entre carne y espíritu.

      - La marginación de José pudo, tal vez, ser expresión de la especial gratuidad de Dios en la concepción de Jesús. La iniciativa es de Dios y así Jesús es imagen de Dios más que de José.

      - Sin embargo, hay que reconocer que el “sensus fidelium” (¡) durante dos milenios ha entendido la virginidad de María no como símbolo sino fisiológicamente, hasta el punto de incluir en el dogma además de la concepción de Jesús el parto sin rotura del himen y la virginidad perpetua. “¿Qué buena nueva para toda la humanidad, se pregunta Lenaers, puede contener esta anatomía elevada a una altura dogmática?” (p. 120).

  • 5. El frenesí de la infalibilidad papal: “Inmaculada” y “Asunción”.
    • a) La Inmaculada. Parece que cuanto más cuestionada se siente la institución eclesial más recurre a la devoción mariana popular. De ésta nace, sin ningún fundamento bíblico, la acometida jerárquica pro María de los dos últimos siglos, con los dogmas de la “Inmaculada” y de la “Asunción”.- “¿Hasta qué punto podemos mirar como una obra del espíritu de Dios a este producto final?”, pregunta el autor (p. 121).¿De qué pecado original inexistente fue preservada María? Porque el ‘apaño’ de salvar el dogma del pecado original cambiando su significado secular por el de ‘precariedad’ congénita de toda la creación deja a la “Inmaculada” sin contenido: es evidente que de semejante ‘precariedad’ no fue preservada María.

      - se ha recurrido artificialmente al concepto hinchado de “llena de gracia” del anuncio del ángel. Vano intento, el original griego sólo habla de “agraciada”, es decir, ‘escogida’…

      b) La Asunción. Este dogma “se debe a la marea creciente durante siglos de una veneración de María capaz de arrastrarlo todo consigo (hasta la razón misma), pero ni la Sagrada Escritura ni la razón tienen causa ni culpa alguna en el nacimiento de este dogma” (p. 122).

      c) Afortunadamente el creciente rigor teológico del siglos XX desbarató el intento de documentos romanos de finales del siglo anterior en pro de dos nuevos dogmas, “María mediadora de todas las gracias” y “Co-redentora”. Estos dogmas, totalmente ajenos a la tradicional única mediación de Cristo, habrían sido el golpe de gracia a la ya deteriorada imagen del magisterio jerárquico.

  • 6. Declive de la inflación mariana en la modernidad.
    • “A pesar de todos los esfuerzos de la dirección de la Iglesia, la veneración de María va en retirada entre los creyentes de la modernidad (…). Quizás, uno de los factores que influyen en la reserva que tiene la fe moderna frente a la veneración de María es que la glorificación romana de la ‘Esclava del Señor’ es normalmente el preludio de una glorificación correspondiente de la dominación masculina en la Iglesia” (p. 123).
  • 7. María ¿más una convertida tardía que una “purísima”?
    • Parece que el título del capítulo dice bien lo que dice: la veneración mariana es una inmensa pirámide, tan colosal como un hongo atómico, que reposa, invertida, sobre un punto de apoyo prácticamente inexistente. Y, sin embargo, sí que parece existir un punto de apoyo en la Escritura para una imagen de María mucho más evangélica si la evolución eclesial no hubiera tomado el sentido opuesto al Evangelio. Antes que Pablo, María bien parece no una seguidora sino una ‘perseguidora’ de la misión de Jesús, finalmente convertida. Repásense todos los textos desde esta perspectiva y anótese la impresión.Tanto los datos más históricos como los de contenido más mítico (lavado posterior de la memoria de María, parecen bastante significativos : de la boca de María no sale un solo ‘piropo’ hacia su Hijo sino más bien quejas y reproches. Hará falta un siglo para que el cuarto evangelio la recupere en la escena al pie de la cruz. Escena mítica aunque teológicamente sea en este evangelio una “confirmación de que por fin María pertenece al círculo de los discípulos, pues en los textos citados de Lucas y Mateo todavía estaba fuera de este círculo” (p. 113). María, no agraciada con ningún anuncio angélico ni con revelación especial tuvo que “dar muchas vueltas en su corazón a todas aquellas cosas” y vivir profundamente contrariada como madre antes de aceptar la misión de su hijo. El “sensus fidelium” tal vez fue un olfato romo.

      Si el magisterio de la iglesia se hubiera atenido más al rigor de lo bíblico, de lo razonable, y hubiera impedido que se desbocara el sentimentalismo religioso popular, hoy estaríamos probablemente en una iglesia más jesuánica, ecuménica y plural. Sin duda.


    lunes, 19 de enero de 2009

    ¿AHONDAMOS LA BRECHA O TENDEMOS PUENTES?

    ¿AHONDAMOS  LA  BRECHA  O  TENDEMOS  PUENTES?

     

    Un sueño para el año nuevo:

    Del enfrentamiento egoico al respeto transpersonal 

     

     

    Escribo desde la conciencia adquirida gracias al aprendizaje de mis propios errores. En alguna ocasión, escribí algo para denunciar lo que yo creía injusto pero, sin ser demasiado consciente, me deslizaba hacia el juicio y la descalificación del otro, creyendo además que lo hacía desde la defensa de la verdad y la necesidad de reparar una injusticia.

    No era consciente, pero ese modo de hacer encerraba trampas tan sutiles como profundamente peligrosas: situarme como víctima, creerme en posesión de la verdad, descalificar absolutamente al otro, pensar que la justicia se restablecería cuando se me diera la razón…

    Posteriormente, me di cuenta de que, en realidad, con ello sólo conseguía dos cosas: agrandar la distancia, en una división creciente, y alimentar mi orgullo neurótico, al que únicamente le importaba “tener razón” y “vengarse” de lo que creía una injusticia cometida contra él o contra otros.

    A partir de esa constatación, fui viendo con meridiana claridad que el sujeto de todas aquellas acciones que he mencionado no era otro que mi ego. Y ésas son justamente lascaracterísticas del ego:

    • se cree en posesión de la verdad;

    • vive de la queja;

    • alimenta el resentimiento y la venganza (aun sin reconocerlos);

    • se sitúa como víctima;

    • necesita tener razón;

    • se auto-justifica;

    • busca alzarse por encima del otro;

    • descalifica a los demás.

    El resultado de todo ello no es, precisamente, el que el ego –encubierto tras hábiles justificaciones- dice buscar (denunciar lo “injusto”), sino más bien el opuesto: el propio ego se infla, con lo que nos atrapa todavía más, erigiéndose en dueño de la propia persona –que ve fortalecida su identificación con él-, y se establece una brecha de separación y división con los otros que va en aumento.

    Sabemos bien que, mientras permanece nuestra identificación con el ego –mientras creemos ser él-, seguimos en la ignorancia y el sufrimiento…, provocando también sufrimiento a nuestro alrededor.

    Pero el ego no es más que el conjunto de pautas mentales y emocionales, aprendidas desde la infancia; los patrones de comportamiento que, como mensajes grabados desde temprano, condicionan nuestro vivir cotidiano…, en tanto permanecemos identificados con ellos. Con el agravante de que, mientras dura esa identificación con el ego, ni siquiera somos conscientes de estarlo. Por eso vemos como legítimas e incluso valiosas aquellas características que antes mencionaba.

    Sin embargo, cuando empezamos a tomar un mínimo de distancia, observando esas pautas y percibiendo la verdadera naturaleza del ego, se inicia el despertar, salimos de la ignorancia y atisbamos nuestra verdadera identidad, el Testigo ecuánime, la Presencia atemporal que todo lo incluye.

    Y es entonces, al vislumbrar esta nueva identidad, cuando nos hacemos conscientes de las trampas en las que antes habíamos incurrido. Porque, en ella, nos damos cuenta de que no estamos en posesión de la verdad, ni tampoco necesitamos tener razón, ni situarnos por encima de los otros, ni descalificarlos. En esta nueva identidad, no tienen cabida la queja, el resentimiento, la venganza ni el victimismo.

    Así como el ego separa, restringe, compara, encierra y divide, la nueva identidad es espaciosa, humilde, acogedora y unitaria. Y es sólo a partir de ella como podemos crecer en humanidad. 

     

    Desde esta experiencia adquirida a partir de mis propios errores, observo lo que, a veces, se hace, se proclama o se escribe dentro de la Iglesia. Y me pregunto: Esa forma de manifestarse, ¿tiende puentes o ahonda la fractura que ya existe?

    Parece innegable que, en no pocas de sus declaraciones y en las voces de algunos de sus medios más emblemáticos, suelen percibirse los “tics” propios del ego –aunque no se sea consciente de ellos-: creerse en posesión de la verdad absoluta, sentirse víctimas y alimentar la queja y el resentimiento, descalificar a los otros como perversos o ignorantes… Todo eso no es más que ego dolorido que separa, crispa y enfrenta.

    Es legítimo expresar y defender todo aquello que nos parece valioso e importante…, pero hacerlo desde el victimismo o la descalificación del otro, nos descalifica a nosotros mismos y ahonda la brecha de la separación; hacerlo desde la creencia de hallarse en posesión de la verdad invalida el propio discurso y cierra la posibilidad de diálogo.

    Todo puede expresarse y defenderse, siempre que no sea pretexto para que el propio ego se erija en protagonista de la situación. Lo cual equivale a adoptar una postura dedesapropiación y ecuanimidad que a todos enriquece y a nadie condena.

    Cuando expresamos algo –por más valioso que pueda parecernos-, atacando al otro, descalificándolo o usando la ironía, conseguimos un múltiple efecto perverso:

    • con quienes discrepan, aumentar la fractura y llevar la crispación y el enfrentamiento hasta límites cada vez más peligrosos;

    • con quienes comparten nuestra posición, fanatizarlos más, reforzando su propia queja, resentimiento o victimismo;

    • con quienes aún no han tomado una postura al respecto, distanciarse del punto de vista de quien les habla, por el rechazo que provoca en ellos la actitud de quien condena o se hace la víctima;

    • con uno mismo, fortalecer el propio ego y seguir encerrado en la ignorancia y el sufrimiento que ello conlleva.

     

    Es claro que, aunque he focalizado la atención en la Iglesia –por lo que me implica personalmente y por el modo como se percibe su actuación en este momento de nuestra sociedad-, todo lo dicho me parece válido para cualquier diálogo o discusión: los tics que adoptemos nos permitirán ver si estamos situados en el ego –y, desde él, no construimos-, o si hemos empezado a tomar distancia de él, saliendo así de sus trampas y haciendo posible el encuentro en la diferencia.

    Lo que se percibe en tantas tertulias –televisivas, radiofónicas…- y en tantos foros, así como en no pocas declaraciones públicas, no son sino peleas de egos que, por el modo de descalificar a las personas, se descalifican a sí mismos y fomentan un clima generalizado de crispación creciente que alcanza, enrareciéndola, toda nuestra convivencia. Personalmente, me asombra percibir tanto odio y agresividad en muchos foros de Internet donde se plantean temáticas religiosas: ¿en qué etapa se encuentra la persona creyente que descalifica e insulta a quien discrepa de su punto de vista?

     

    Pero hay salida. Y no pasa precisamente por “salirnos con la nuestra”, ni por convencer a nadie, sino por liberarnos de la identificación con nuestro propio ego. En cuanto logramos establecer un mínimo de distancia con respecto a él, caemos en la cuenta de que cualquier situación es una oportunidad para avanzar en aquella desidentificación, sobre todo para personas que nos decimos comprometidas en un camino religioso o espiritual. Ello requiere todo un trabajo personal que implica aprender a pasar del pensamiento –reino del ego- a laconciencia o atención, lugar de la Presencia, en la que conectamos con Lo Que Es y Somos, sin fracturas y sin exclusiones, sin costuras.  

     

             Todo puede expresarse y defenderse, decía más arriba. Pero cuando lo hacemos desde el ego, aparece el juicio, la condena, la descalificación, la acidez, el insulto, la necesidad de tener razón, incluso el odio al que piensa distinto… Cuando tomamos distancia de nuestro ego, puede aparecer una actitud de explicar, razonar, ofrecer…, pero todo ello con una seña de identidad característicano se pretende obtener nada, sino sólo permitir que lo que ves, pase a través de ti. Te descubres como cauce o canal de lo que se te regala y, sencillamente, dejas que fluya, en una desapropiación limpia. Éste será el test definitivo que nos permita descubrir si hablamos o no desde el ego. Porque él es el único que necesita tener razón, pero -no lo dudemos- el ego no nos conducirá a la Vida ni a la Unidad que somos. 



    domingo, 18 de enero de 2009

    MATEMÁTICAS EN MISA YA!

    Somos un grupo de docentes de todos los niveles educativos que estamos muy preocupados por el bajo nivel cultural ennuestra sociedad, los altos índices de fracaso escolar y la proliferación de telebasura.
    Para salir de esta situación queremos traspasar los muros de las escuelas, los institutos y las universidades, llevando la cultura y la educación a ámbitos en los que hasta la fecha hemos estado ausentes, en los que nuestra dejadez ha privado a muchos ciudadanos del derecho universal a la cultura.
    Como primer paso, queremos llegar a un acuerdo con las autoridades eclesiásticas para que nos cedan un diez porciento del tiempo de las misas con el fin de que profesores especialistas en las distintas disciplinas puedan llegar más fácilmente a los creyentesmediante breves intervenciones didácticas. Estamos estudiando cuál sería el momento idóneo para insertar en las misas contenidos científicos y culturales, tal vez inmediatamente después de la consagración o justo antes del padre nuestro. Está claro que algunos feligreses podrían, con razón, objetar que ellos no tienen porqué aumentar sus conocimientos ni su cultura, ya que acuden a misa con el sólo fin de orar y escuchar la palabra de Dios. Para solucionar este problema, y aunque pudiera parecer inconstitucional, a la entrada a la iglesia les haríamos rellenar un formulario para que manifestaran su preferencia por la religión o la cultura.
    Una vez identificadas estas personas, podrían abandonar en el momento adecuado la nave principal de la iglesia y reunirse en las capillas laterales, la cripta o el salón parroquial. Con el fin de evitar agravios, estas personas podrían recibir durante ese rato charlas de carácter no cultural ni educativo pero muy relacionadas con los contenidos que se estén impartiendo en ese momento al resto de los fieles desde el altar. Por ejemplo, los feligreses que no quieran repasar la tabla periódica, estudiarán los efectos perniciosos de los colorantes alimentarios, los que no quieran hacer ejercicios de educación físicapodrán ver un documental sobre la obesidad, y los que no quieran repasar los verbos irregulares ingleses podrían estudiar estadísticas sobre laimportancia de hablar idiomas en el mundo moderno.
    Los obispos nos han adelantado que no habría problema en computar el tiempo de cualquiera deestas actividades como tiempo equiparable al dedicado a escuchar la palabra de Dios, a la oración, a la contemplación, la penitencia o a lacaridad y en ningún caso podrá discriminarse el acceso a la salvación eterna a los fieles en razón de sus preferencias religiosas o educativas.

    Tampoco han puesto la más mínima objeción a la aparente contradicción derivada de que el contenido de las misas esté basado en lafe y las creencias, en contraste con la naturaleza científica y académica de los contenidos que habitualmente impartimos en las aulas. En un primer momento, las clases se impartirían sólo durante las misas obligatorias de los domingos y fiestas de guardar, para más adelante extenderse a otros actos religiosos de asistencia no obligatoria como bautizos, bodas, comuniones, funerales, ejercicios espirituales, ordenaciones sacerdotales e incluso ceremonias de canonización o beatificación.
    Pero, ¿de dónde saldría el dinero para pagar al profesorado que trabaje los domingos? Sin duda alguna de los donativosque los fieles depositan en los cepillos, del porcentaje de impuestos destinados al sostenimiento de la Iglesia Católica o, en general, de los presupuestos de la Iglesia. Para garantizar la calidad de las enseñanzas impartidas, nuestra asociación gestionaría directamente el dinero aportado por la Iglesia y con él contrataría a profesores de sólida formación pedagógica y científica que se encargarían de impartir las clases durante las misas. Naturalmente, dado el carácter eminentemente laico de las clases, no dudaríamos en despedir fulminantemente a aquellos profesores que no mantuvieran una coherencia laica entre su vida profesional y personal haciendo cosas como casarse por la iglesia, acudir a misa semanalmente o participar en cualquier tipo de actos religiosos.
    Finalmente, llevaremos nuestras negociaciones hasta el mismo Vaticano, con cuyas autoridades firmaríamos un concordato que garantizara lacontinuidad de nuestra noble tarea docente en las iglesias durante los años venideros.

    ¿Te parece un disparate? ¿Te parece difícil de conseguir? No es tan disparatado ni tan difícil. Ahí tenemos el ejemplo de los acuerdos entre la Iglesia y el Ministerio de Educación en torno a la asignatura de religión y su alternativa. Al final han conseguido lo que nadie hubiera creído posible. Entre tanto, puedes hacer llegar nuestra propuesta educativa a docentes, padres, alumnos, políticos, sindicalistas, medios de comunicación e incluso a las autoridades eclesiásticas. Tal vez así contribuyamos a que se entienda mejor lo que está ocurriendo en relación con la enseñanza de la religión en loscentros sostenidos con dinero público.